14 abr 2015

Pepe España en Baluarte


Leer  Nº 261

La sala Baluarte del Centro Cultural Adolfo Suárez, en Tres Cantos, se inauguró el pasado noviembre con una ambiciosa Pasajes del arte en el siglo XX, y continua su andadura con Pepe España. Aurora Herrera ha seleccionado parte de la obra que estuviera en Cuenca entre 2013 y 2014. En efecto, aquella pasó por el Museo de Arte Contemporáneo de la ciudad y por el Museo de Obra Gráfica de San Clemente, también allí, en dos exposiciones comisariadas por Alfonso de la Torre. Ahora, Pepe España. Luz, expresión y forma se centra en el periodo que transcurre entre el afincamiento conquense del artista y su muerte en Suiza; país en el que se instalaría tras su decenio manchego.

Como sostiene Herrera, parece cierto que haya algo de "constructivo y estructural" en la producción de José Luis Jiménez España, y que ese algo puede venir de los mundos representacionales de la publicidad y la delineación. Pepe pasó por aquellos antes de instalarse en el montmartré manchego primero, y en su taller de Junkerngasse 13 después, ya en Berna. En aquel coincidiría con Saura, Simón Marchán y algunos otros teóricos y artistas. En este encontraría el lugar apropiado para el desarrollo definitivo de una obra dificil de clasificar, y en el que las influencias informalistas de los sesenta -entre otras que afectaron casi por igual a toda una generación- fueron desprendiéndose de sus cuadros hasta dejar su verdadera piel a la vista.

Las composiciones de España son dibujísico-pictóricas (y el orden importa, porque el dibujo prevalece claramente sobre las bandas y superficies acrílicas). Puede hablarse también de una dialéctica planitud-gesto casi contínua en sus series, y de una cierta fragmentariedad justificada por su recurrencia: las obras de España funcionan mejor confrontadas, tal como han sido colocadas en Baluarte por cortesía de la forma atunelada de la sala, que en sí mismas. La cinta, metáfora de atadura, se cuela en su arte de principios de los setenta como una de sus grandes obsesiones; bandas, decíamos, de colores planos que turban la rarísima preciosidad de sus dibujos a dos o tres rotuladores... que rompen con diversa fortuna el misterioso silencio que en otras ocasiones los rodea.

Y la cinta se vuelve hilo de marioneta, propiciando el despliegue de otro potente universo metafórico, y vemos también marcos dentro de marcos justo antes de entrar de lleno en la época suiza. Un retrato de Andreas Rothlisberger, gran amigo de Pepe, inaugura el renacimiento helvético del artista. Como la serie Berna muestra en dos grupos de seis cuadros confrontados, el dibujo vuelve a prevalecer sobre las superficies de color. En efecto, los setenta van deviniendo para España en años de figuración que poco a poco, pero inexorablemente, avanzan hacia el entonces nuevo milenio. Del nuevo siglo en adelante el malagueño irá perdiendo vista, y es más que concebible que tal sea el motivo que le reconduzca al acrílico y el color. Se presentan sus característicos cuadros divididos por una rotunda vertical central; cintas de una verticalidad tangencial y dolorosa. Cabe destacar Luto en el espacio. En recuerdo a las Torres Gemelas (2001); obra que pone los recursos estilísticos y conceptuales de España al servicio del suceso que conmocionó al mundo entero.

Luz, expresión y forma desemboca en unos últimos cuadros realizados con un 5% de visión: Personaje y Claro de luna (2002). Llegamos a ellos tras un recorrido que comienza en los calcográficos hombres-tronco de los sesenta, que continua con una pintura inequívocamente afectada por el pop, el neo-geo post expresionismo abstracto y otras tendencias transatlánticas, y que se anticipa unos treinta años a muchas de las corrientes actuales de diseño gráfico (especialmente en lo que a composición espacial y usos cromáticos se refiere). Quien quiera comprobarlo podrá hacerlo hasta el 19 de abril de 2015, disfrutando, además, del plus que supone la vista de la Sierra de Guadarrama desde la entrada del Centro Cultural que acoge la exposición.