30 ene 2015

Gastar la palabra. Sobre Jaime Gil de Biedma


Duende Nº 10 (Suplemento virtual de Quaderni Iberoamericani). Págs. 29 y 30. Noviembre de 2014

Es de todos sabido que los aglutinamientos generacionales concernientes a ciertos grupos de poetas, casi siempre más autónomos y heterogéneos de lo que las etiquetas sugieren, son –y seguirán siendo- siempre conflictivos. Así ha ocurrido con los grupos españoles de los 50 y los 60, coincidiendo con Víctor García de la Concha, para perjuicio de cierta pléyade de transición en la que cabe incluir los nombres de Félix Grande, Joaquín Marco, Ángel García López, Manuel Ríos Ruiz, Antonio Gamoneda o Diego Jesús Jiménez1. García Jambrina, citado a nota al pie, dedicó –de hecho- La otra generación poética de los 502 a la reivindicación de toda una serie de descolgados lo suficientemente extensa como para ser aquí obviada. Si no es este el caso de Claudio Rodríguez ni de los concomitantes Valente, Goytisolo o Caballero Bonald, poeta institucional donde los haya, tampoco es el de Jaime Gil de Biedma (1929-1990), de quien nos ocuparemos a continuación.

Los afanes agrupadores se oscurecen aún más al concernir a denominaciones tan abstractas como la «poesía de la experiencia» a la que suele remitirse a Gil de Biedma3, y que nació, como se sabe, del seminal The Poetry of Experience4. Langbaum inscribe allí dicha poesía en una literatura huérfana de un significado objetivamente verificable5 y que –en consecuencia- se vuelve sobre sí misma hasta confrontarse con lo que el eminente crítico llama biographical phenomena6; es decir, con la experiencia. No es menos conocida otra gran fuente que, indagando en el proceso de creación poética como autoexploración, ofrece el título de Poesía del conocimiento. La generación española de 1956-19717. En aquella, Gil de Biezma comparte espacio con Francisco Brines, Rodríguez, Ángel González, Gloria Fuertes, Valente, Carlos Sahagún, Eladio Cabañero, Ángel Crespo y Manuel Mantero, y en la traducción española de Alberto Cardín, «conocimiento» viene a equivaler al «descubrimiento» al que remite el original.

Así, Poetry of Discovery: The Spanish Generation of 1956-718 ahonda en la característica dialéctica entre realidad e irrealidad del poeta y saca algunas otras conclusiones modélicas y, por cierto, reproducidas sin demasiada variación en la mayoría de estudios posteriores. García Jambrina mismo, alude a otra de las claves de Debicki; a saber, el modo en que algunos poemas de Compañeros de viaje9 se dedican “a contrastar perspectivas de pasado y de presente, sugiriendo que las realidades del pasado se transforman en ilusiones que dan cierto valor al presente”10. Sin que nada de esto sea demasiado discutible, quizá resulte más idiosincrático el proceder que Jiménez revela cuando se fija en los momentos en que “Biedma pareciera borrar lo que ha escrito o sugerido (…) como sucesivos síntomas, o signos de indicio, del engaño en que, al cabo, vino a constituírsele su ejercicio de la poesía. Todo lo contrario, pues, de la certeza; o sea, la incertidumbre. De congruente modo, todo lo contrario de la palabra rotunda, confiada y segura; es decir, la palabra borrada, borrosa”11.

Dicho afán por difuminar la palabra responde a una voluntad creadora que, trascendiendo lo estrictamente formal, procura dar con una disolución última del significado de su poesía, correlativa –parece claro- a la de los diferentes planos identitarios del poeta. Bien que De Biedma asegurase que “una vez inventada y asumida una identidad, que es en lo que, en definitiva, ha consistido su poesía, ya no siente la necesidad o la pasión de escribir”12, su proceso sustractivo de autodescubrimiento parece desembocar en una toma de conciencia tan desgarradora como el darse “cuenta de que todo lo que (…) había esperado de la poesía era nulo, no existía y era un puro engaño”13. No en vano, El juego de hacer versos14 da la clave sobre una obra que es algo “parecido en principio/ al placer solitario” y que “es un buen ejercicio/ que llega a emborracharnos”15.

Pueden destacarse dos grandes filones analíticos relativos a la obra del poeta: la evocación de una irrealidad atmosférica como la que Idilio en el café16 ofrece –Debicki lo analiza en un capítulo dedicado a Gil y apostillado con un significativo The Theme of Illusion17-, y la citada identidad poética que hubo de inventarse18, desarrollar y finalmente asumir, como si de un ciclo orgánico se tratase. El modus operandi de borrar, gastar, difuminar quizá –aquel en el que Jiménez se fija- cohesiona las cuestiones anteriores en la suspensión de un tiempo que, sin embargo, sigue siendo profano. Con su detención poética, De Biedma exorciza la incertidumbre intrínseca a aquel, y que se proyecta tanto sobre el pasado como sobre el futuro. Aunque por un instante (que el lector podrá recrear), uno y otro son abolidos en ese lugar en el que es “difícil recordar que nos queremos/ si no es con cierta imprecisión, y el sábado/ que es hoy, queda tan cerca/ de ayer a última hora y de pasado mañana/ por la mañana”19.

Renunciando a hablar desde su yo, digamos, genuino, y creando el personaje con el que luchará en sus postreros Poemas póstumos20, Jaime Gil proyecta sobre el papel una subjetividad perfectamente desentendida de toda búsqueda de lo superno. Al inventarse una identidad de Gil, a propósito del que tanta tinta ha corrido, no hay que dejarle de añadir la muy clarificadora reflexión de Jiménez al respecto: “sí, pero haciendo patente a la vez la precariedad –acaso la inutilidad- de ese mismo y arduo propósito de invención”21. Sin rastreo de verdades últimas y esgrimiendo esta especie de muerte poética anunciada, es tentador concebir la exigua obra del barcelonés como un excelso ejercicio de escapismo, y la distancia generada entre el protagonista de los poemas y el poeta como ese «cualquier lugar», siempre provisorio, en el que procurar permanecer «con tal de que la vida deponga sus espinas»22.

Con todo, a pesar de este fatalismo tan occidental, contemporáneo y posrromántico23, pervive una razón de ser de la poesía: la «necesidad» de ella tal como la explica Luis García Montero en Un poeta necesario24. Además, aquel escrito recoge una elocuente noción poética de Gil: “por muy bien escrito que esté, un poema que no alcanza a convencernos de que era necesario escribirlo, es un poema malo”25. Es posible que Arte poética26 ofrezca alguna clave al plantear “que el hecho de estar vivo exige algo/ acaso heroicidades –o basta, simplemente/ alguna humilde cosa común”27. Biedma optaría así por los motivos cotidianos, en busca de atmósferas balsámicas, alejadas de las búsquedas trascendentales últimas que sustentan la poesía metafísica pura. De ahí los hitos convencionales –siempre se habla de realismo- que el de los 50 suele ofrecer al lector, para que aquel pueda moverse por las ilusiones biográficas que el poeta presenta.

La distancia mencionada dos párrafos atrás, surge de un intento deliberadamente huero de sustraerse del paso del tiempo (otra forma de expresar su mentado afán por detenerlo); un tiempo que, para Gil, no quiso atenuar su erosión de significantes vitales propios. De algún modo, el vaciamiento producido haría pertinente la dimensión ilusiva de su poesía. La desesperación existencial del poeta se transluce así en finas capas de cinismo e ironía que, sin embargo, no evitan que el lector se convierta en confidente. Lo que finalmente puede quedar entre el yo y el tiempo, consabidos agentes últimos de toda esta poesía, es la duda permanente: el estadio vivencial definitivo que Gil asumiría con su último verso. Sin duda, ello nos lleva a incluir al catalán entre los prolíficos poetas de tema universal. No ha de ser casual, pues, que Pandémica y celeste28, uno de sus poemas más celebrados, fuese considerado por el propio Gil la mejor de sus creaciones.

Pandémica y celeste es el poema-confesión definitivo. Parece necesario que el «hipócrita lector» (préstamo tomado de Au Lecteur29) comprenda algo sobre el confesante: “aunque sepa que nada me valdrían/ trabajos de amor disperso/ si no existiese el verdadero amor”30. Pero tal existencia –al menos para Gil- no puede capturarse nunca en forma de certeza, ni evitar que en Contra Jaime Gil de Biedma31 lamente haber sido “tan puta”32. Pero hasta en estos poemas asociables a la tradición que ya Schlegel vinculó a la duplicación del yo y sus conflictos33, hay un salvarse escribiendo por cortesía de ese prójimo hermano –mon semblable, mon frère- que da sentido a ese “Yo me salve escribiendo/ después de la muerte de Jaime Gil de Biedma”34 que puede leerse en Después de la muerte de Jaime Gil de Biedma35

Tal como propone Jiménez, la poesía de Biedma es el testimonio de una inseguridad36: la suya y la nuestra. Quizá, la muerte de su yo poético obedeció a la convicción de que dicho testimonio había sido debidamente dado, con las justas constelaciones de versos, como si toda su obra constituyese un único poema. De ahí que desde Poemas póstumos se convierta “en una especie de «albacea de sí mismo» [Rovira, 1968] que se limita a recomponer el orden de su obra y a incorporar a Las personas del verbo [1975; 1982] los escasos poemas escritos desde entonces, o, si acaso, a recuperar algunos de los desechados en la primera edición de este volumen recopilatorio”37. Gastando tibiamente la palabra38, aunque con el cuidado necesario para que permanezca «familiar», asequible para el lector, Gil parece encomendarse a la compañía del transeúnte de su poesía, su compañero de viaje39 y semblable dramático.

Sin duda, gastar la palabra hasta volverla imprecisa es un modo de desdibujar conflictos identitarios como los que pudieron atañer a la clase y la orientación sexual del poeta en su contexto sociocultural. Yendo algo más lejos, es también el modo de debilitar a una incertidumbre que se alimenta de pensamientos concretos, y que puede ser provisionalmente anulada –provisionalmente, dada la voluntaria incapacidad trascendental de la poesía que nos ocupa- en una obra que permite la convivencia de tonos muy diferenciados40, que pone a los asideros de lo real al servicio de la ilusión y en la que la ironía se vuelve dissimulatio del magma dramático que se extiende bajo todo el corpus literario del autor de Pandémica y Celeste. Como hemos sugerido fugazmente, De Biedma consigue vencer el pulso a la duda vital, Aunque solo sea un instante41; un instante que el lector habría de mantener –como ha mantenido y seguirá haciendo- en lo que quizá sea el único rédito existencial que Gil de Biedma esperaba de su legado.

1 GARCÍA JAMBRINA, Luis (Ed.). La promoción poética de los 50. Espasa Calpe. Madrid, 2008 (1ª edición. Espasa Calpe. Madrid, 2000). Pág. 28.
2 GARCÍA JAMBRINA, Luis. La otra generación poética de los 50. UNED. Madrid, 2009.
3 Op. cit. Pág. 234.
4 LANGBAUM, Robert. The Poetry of Experience. The Dramatic Monologue in Modern Literary Tradition. W. W. Norton & Company. New York, 1963; La poesía de la experiencia. El monólogo dramático en la tradición literaria moderna. Comares. Granada, 1996.
5 “The Poetry of Experience can be understood as the instrument of an age wich must venture a literature without objectively verificable meaning”. LANGBAUM, Robert. The Poetry of Experience. The Dramatic Monologue in Modern Literary Tradition. W. W. Norton & Company. New York, 1963. Pág. 227.
6 Op. cit. Id.
7 DEBICKI, Andrew Peter. Poesía del conocimiento. La generación española de 1956-1971. Vol I. Júcar. Madrid, 1987.
8 DEBICKI, Andrew Peter. Poetry of Discovery: The Spanish Generation of 1956-71. Lexington: University Press of Kentucky. Kentucky, 1982.
9 GIL DE BIEZMA, Jaime. Compañeros de viaje. Joaquín Horta. Barcelona, 1959.
10 GARCÍA JAMBRINA, Luis (Ed.). La promoción poética de los 50. Espasa Calpe. Madrid, 2008 (1ª edición. Espasa Calpe. Madrid, 2000). Pág. 232.
11 JIMÉNEZ, José Olivio. Poetas contemporáneos de España y América. Ensayos críticos. Verbum. Pág. 123.
12 GARCÍA JAMBRINA, Luis (Ed.). La promoción poética de los 50. Espasa Calpe. Madrid, 2008 (1ª edición. Espasa Calpe. Madrid, 2000). Pág. 231.
13 GIL DE BIEDMA, Jaime. Conversaciones. El Aleph. Barcelona, 2002. Pág. 238.
14 GIL DE BIEDMA, Jaime. Moralidades. Joaquín Mortiz. México, 1966.
15 GIL DE BIEDMA, Jaime. El juego de hacer versos (Moralidades. Joaquín Mortiz. México, 1966. En GARCÍA JAMBRINA, Luis (Ed.). La promoción poética de los 50. Espasa Calpe. Madrid, 2008 (1ª edición. Espasa Calpe. Madrid, 2000). Pág. 261.
16 GIL DE BIEZMA, Jaime. Compañeros de viaje. Joaquín Horta. Barcelona, 1959.
17 DEBICKI, Andrew Peter. Poetry of Discovery: The Spanish Generation of 1956-71. Lexington: University Press of Kentucky. Kentucky, 1982. Pág. 123.
18 Cabe aquí citar las siguientes referencias: CAÑAS, Dionisio (Ed.)/ GIL DE BIEDMA, Jaime. Volver. Cátedra. Madrid, 2000; DUPREY, Jennifer. “La biografía imaginada en Las personas del Verbo de Jaime Gil de Biedma”. Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 2001; FERRATÉ, Juan. Jaime Gil de Biedma. Cartas y artículos. Cuaderns Crema. Barcelona, 1994; MANGINI, Shirley. Jaime Gil de Biedma. Júcar. Madrid, 1980; ROVIRA, Pere. La poesía de Jaime Gil de Biedma. Edicions del Mall. Barcelona, 1986.
19 GIL DE BIEDMA, Jaime. Vals del aniversario (Antología personal. Visor, Madrid, 1998). En GARCÍA JAMBRINA, Luis (Ed.). La promoción poética de los 50. Espasa Calpe. Madrid, 2008 (1ª edición. Espasa Calpe. Madrid, 2000). Pág. 241.
20 GIL DE BIEDMA, Jaime. Poemas póstumos. Poesía para todos. Madrid, 1968.
21 JIMÉNEZ, José Olivio. Poetas contemporáneos de España y América. Ensayos críticos. Verbum. Pág. 133.
22 GIL DE BIEDMA, Jaime. Aunque sea un instante (Compañeros de viaje. Joaquín Horta. Barcelona, 1959).
23 Véase PÉREZ PAREJO, Ramón. “El monólogo dramático en la poesía española del XX: ficción y superación del sujeto lírico confesional del Romanticismo”. Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 2007.
24 GARCÍA MONTERO, Luis. “Un poeta necesario”. En Renacimiento. Revista de Literatura. Nº 6. Sevilla, 1991.
25 Op. cit.
26 GIL DE BIEDMA, Jaime. Arte poética (Colección particular. Seix Barral. Barcelona, 1969).
27 GARCÍA JAMBRINA, Luis (Ed.). La promoción poética de los 50. Espasa Calpe. Madrid, 2008 (1ª edición. Espasa Calpe. Madrid, 2000). Pág. 238.
28 GIL DE BIEDMA, Jaime. Moralidades. Joaquín Mortiz. México, 1966.
29 BAUDELAIRE, Charles. Les fleurs du mal. Auguste Poulet-Malassis et de Broise. Paris, 1857.
30 GIL DE BIEDMA, Jaime. Pandémica y celeste (Moralidades. Joaquín Mortiz. México, 1966). En GARCÍA JAMBRINA, Luis (Ed.). La promoción poética de los 50. Espasa Calpe. Madrid, 2008 (1ª edición. Espasa Calpe. Madrid, 2000). Pág. 258.
31 GIL DE BIEDMA, Jaime. Poemas póstumos. Poesía para todos. Madrid, 1968.
32 “Si no fueses tan puta!/ Y si yo no supiese, hace ya tiempo, que tú eres fuerte cuando yo soy débil/ y que eres débil cuando me enfurezco”. En GARCÍA JAMBRINA, Luis (Ed.). La promoción poética de los 50. Espasa Calpe. Madrid, 2008 (1ª edición. Espasa Calpe. Madrid, 2000). Pág. 265.
33 ARMISÉN, Antonio. Jugar y Leer: El verbo hecho tango de Jaime Gil de Biedma. Prensas Universitarias de Zaragoza. Zaragoza, 1999. Pág. 71.
34 GIL DE BIEDMA, Jaime. Después de la muerte de Jaime Gil de Biedma (Poemas póstumos, 1968). En GARCÍA JAMBRINA, Luis (Ed.). La promoción poética de los 50. Espasa Calpe. Madrid, 2008 (1ª edición. Espasa Calpe. Madrid, 2000). Pág. 267.
35 GIL DE BIEDMA, Jaime. Poemas póstumos. Poesía para todos. Madrid, 1968.
36 JIMÉNEZ, José Olivio. Poetas contemporáneos de España y América. Ensayos críticos. Verbum. Pág. 126.
37 GARCÍA JAMBRINA, Luis (Ed.). La promoción poética de los 50. Espasa Calpe. Madrid, 2008 (1ª edición. Espasa Calpe. Madrid, 2000). Pág. 231.
38 “Palabras, por ejemplo/ Palabras de familia gastadas tibiamente”. Arte poética (Colección particular. 1969). En GARCÍA JAMBRINA, Luis (Ed.). La promoción poética de los 50. Espasa Calpe. Madrid, 2008 (1ª edición. Espasa Calpe. Madrid, 2000). Pág. 239.
39 En referencia, naturalmente, a GIL DE BIEZMA, Jaime. Compañeros de viaje. Joaquín Horta. Barcelona, 1959.
40 Véase BENSON, Douglas K. “La oralidad y el contexto cultural en la poesía de Jaime Gil de Biedma”. Anales de Literatura Española. Nº 6. Universidad de Alicante. Alicante, 1988.
41 GIL DE BIEDMA, Jaime. Aunque sea un instante (Compañeros de viaje. Joaquín Horta. Barcelona, 1959).


Jaime Gil de Biedma, fotografiado por Colita en 1969 (El País)