Leer Nº 276
El
ínterin posvacacional que tanto pesa a las gentes productivas que
regresan a sus oficinas, repitiendo una y otra vez las letanías del
“ya ni me acuerdo” o el “ha sido demasiado corto” coincide
con un problema que, una temporada tras otra, afecta a la
programación expositiva capitalina: casi todo se ha clausurado ya y
lo que despunta no se ha inaugurado aún. Por fortuna, si busca, uno
da con excepciones como Usted está aquí. Historia de España,
según Gallego & Rey. La poco conocida Fundación Diario
Madrid ha colaborado con el Instituto Quevedo del Humor y ha
permitido que -en septiembre- se expusiesen treinta y cinco años del
humor gráfico del tándem. La obvia selección de obra corrió a
cargo de Juan García Cerrada, y tal labor comisarial en paralelo a
la preparación y publicación de Historia de España según
Gallego & Rey (Apache, 2016); libro en el que Pluma y cerebro
-o viceversa- viajan de Atapuerca a Filipinas y más allá:
confrontan a los primeros y a esos “últimos” que vuelven ahora
en forma de rodaje ya en marcha con Tosar, Elejalde y algún otro,
siete décadas después del estreno del clásico español que Antonio
Román dirigiera.
La pareja comenzó con su
particular historia patria hace dieciséis años, cuando Correos
comenzó a emitir sellos temáticos hasta que el entonces presidente
de la entidad y tal como explican los aludidos, consideró que su
“mirada de blancos, grises y negros al desastre de Annual, la
Segunda República, Guerra Civil y la dictadura franquista era
“políticamente comprometida”. Lamentablemente, solo se tiraron
cuarenta y ocho de los setenta y dos previstos, quizá por el exceso
de sagacidad al que podría referirse tan oscuro eufemismo
entrecomillado. La mierda cayendo en cascada (modo deliberadamente
soez y -créanme- nada “comprometido” de aludir a la corrupción)
ha sido debidamente despachada por la Guillott 303 de Gallego y la
inventiva de Rey. Se sabía porque la exposición pasada había
recalado ya en otros lares y porque se les conoce, y lo cierto es que
últimamente lo han tenido fácil. Un compañero de redacción
reprochó a la cabeza pensante lo poco que iba a tener que devanarse
los sesos con la cascada mentada a tres columnas. Gallego tampoco
puede quejarse: frecuentemente los Bárcenas, las Barberás et
altri resultan tan caricaturizables como los apadandadores del
tristemente desaparecido Don Miki.
Quizá convendría acotar
términos, iluminar la oscuridad como podamos -siempre precariamente-
para diferenciar esa inteligencia sin la que Millán Astray podía
pasar de un hipotético compromiso político a mirar con las lentes
que cada cual prefiera. Esa viñeta sin gracia que Charlie Hebdo
ha publicado sobre el seísmo de Amatrice es el perfecto contrapunto
a la perspicacia humorística de la pareja que se conociera en El
Mundo en el tiempo del “¡se sienten, coño!”. Así las cosas,
nos hubieran venido bien aquellos veinticuatro sellos faltantes en su
momento, pero siempre hay una segunda oportunidad; en este caso, una
materialización postrera en forma de exposición y, sobre todo, de
libro. Aquel presidente de Correos a la sazón, que parece más
honrado que muchos de sus actuales compañeros de partido, acaba de
informar de que la corrupción mentada le ha costado a este último
tres millones de votos “por actuar tarde”. Como Forges (que
apadrinó la inauguración de la exposición) o Ricardo o El Roto, el
dúo no puede permitirse tibiezas ni retrasos como ese que Feijóo
lamentaba en El País. Por fortuna, llevan más de tres décadas
dando fe de no haberlo hecho. De precio inusitadamente económico, la
Historia de España según Gallego & Rey compila, amena y
reveladoramente, una selección de ilustraciones en las que cabe el
surrealismo hilarante de unas trincatenarias curiosamente
magrittianas, los homenajes a Velázquez, Van Gogh, Dalí o Brancusi,
y una mordacidad gráfica capaz de matarle los demonios a más de un
aficionado a la prensa diaria.