Leer Nº 272
No
hace falta mucho tiempo libre para visitar Kinematope en
Espacio Fundación Telefónica, eso sí, hasta mediados de este mayo
madrileño. Si Kínêma remite
a movimiento (véase cinema, cinética, cinegética, etc.) como
topos, ya se sabe, a
lugar, la forma compuesta que Pablo Valbuena acuña lo hace a su
intervención, sobre todo lumínica, de espacios concretos como el
que nos ocupa. Lo que hace este performer madrileño
del 78 es transformar elementos arquitectónicos preexistentes
mediante un uso no demasiado rebuscado de la luz. A tal efecto,
Valbuena prescinde de los revestimientos que cubren todo lo que
normalmente no vemos de un interior dado, y utiliza lo que queda para
reiluminarlo de un modo, cuanto menos, inhabitual. Y sí, Kínêma
remite especialmente al cine
porque este creador, que conoce ese ramo y el muy correlativo de los
videojuegos, pretende superar su bidimensionalidad en aras de una
tridimensionalidad inmersiva. Lo cierto es que lo consigue.
Valbuena deja la entraña
arquitectónica vista, visible en el techo tras una malla metálica.
Sobre nuestras cabezas se extiende lo que parece un enorme circuito.
Cables, tubos, conductos; venas y arterias que la piel intercambiable
del interior del edificio suele ocultar, se nos revelan en sí mismas
y en tanto proyectadas sobre la sala vacía. Una estructura de luces
LED ilumina cenitalmente todo ese sistema linfático, como alguien ha
escrito, y genera el juego de luz y sombras que reconfigura el
espacio. El resultado de la intervención en el histórico edificio
de Telefónica recuerda un poco al interior de una astronave de
película sci-fi de finales
de los ochenta o los noventa, como Aliens o
Event Horizon. El
sonido de flujo eléctrico que se oye, alto y continuo durante toda
la visita, incrementa sin duda esta sensación espacial.
No en vano, dicho sondidito es significativamente parecido al que se
oye en el interior de los aviones antes de despegar, y en el que solo
reparamos verdaderamente cuando la espera se hace demasiado tediosa.
Lo
que ocurre con Kinematope,
que no deja de sonar a Cinemascope, es justamente lo contrario a lo
que pasa con esas exposiciones tan cuantitativamente ambiciosas que
acaban con uno por exceso de contenido. Queda claro que la sala deja
de ser contenedor, que nos introducimos en la obra misma, que el
espacio real coincide con un espacio virtual generado por el artista,
conviviendo "dos capas de significado aparentemente contrarias
en un mismo espacio vacío: la permanencia y la solidez de la
arquitectura con lo efímero y etéreo de la luz, lo material con lo
inmaterial...". El extracto del políptico promocional continúa
con unos pocos juegos de opuestos más, pero decíamos que la
intervención de Valbuena quizá sea demasiado express, en
el sentido de que no haya tanto que ver o de que se vea demasiado
rápido. Puede que el artista confie demasiado en el espacio mental
del observador, o que la carga teórica y conceptual de la propuesta
no termine de provocar el milagro perceptivo que sugiere. En verdad
que se entra en un espacio resignificado y superpuesto con el real,
que se consigue esa tridimensionalidad misteriosa, pero, por así
decir, la ilusión se agota en un par de vueltas completas a la
penumbrosa sala.
La
instalación, que no deja de ser un trompe
l´oeil del siglo
veintiuno, y que tiene algo de estética discotequera (añadámosla a
las ya sugeridas del cine alien
noventero y del mundo de los videojuegos) recuerda insistentemente a
una de las intervenciones de Lozano-Hemmer en Abstracción
Biométrica (Espacio Fundación
Telefónica, 2014). Se trata concretamente de Almacén de
Corazonadas; una obra en la que
la luz y la diafanidad jugaban también papeles fundamentales, aunque
al servicio de un relato distinto. Con todo, parece que haya un
sustrato común a Valbuena y al mexicano; algo que no significaría
mucho de no ser porque parece -a su vez- más relacionado con los
medios de producción que con la producción en sí. Quizá exista el
riesgo de una codificación demasiado asfixiante; demasiado
determinada por el uso de luces de diodo, lámparas de tungsteno y
otros elementos a incorporar en una panoplia mucho más limitada de
lo que se cree. Kinematope...
muy recomendable en cualquier caso.