Álbum Letras-Artes Nº 112
Hay un mundo fuera y a la vez
dentro del tiempo, entre espíritu y materia, en el que Belleza y fatalidad
quedaron hace mucho tiempo unidas en inmemoriales votos de sangre; un mundo de
abadías, rectorías y castillos cuyo verdadero destino siempre fue reintegrarse
en la Naturaleza, conduciendo de paso a quienes de alguna forma no pudieron
sino permanecer en ellos hasta allá a donde deban regresar. Las fotografías que
Simon Marsden (1948-2012) compiló en The
Haunted Realm (1986) ilustran –con su característica técnica de película
infrarroja y una evidente preocupación por la excelencia formal- este doble
leitmotiv trascendental. A medio camino entre una crónica bastante respetable
de lo paranormal y la guía turística, Marsden acompaña su colección gráfica con
descripciones de los lugares que fotografió y las relaciones que ciertos
literatos y su obra guardaron con aquellos. Veámoslo.
Corría 1980 cuando Bram Stoker se
encontraba de visita en Whitby Abbey (North Yorkshire, Inglaterra), quizá
observando cúmulos a la vez oscuros y luminosos, casi palpables; encontrando en
su reflejo sobre las aguas y en la silueta de la vieja abadía la materia
intangible con la que escribiría su Dracula.
No en vano, las ruinas de la edificación se mentan en dicha obra junto a la
alusión al poema Marmion (1808), de
Sir Walter Scott, quien ya había literaturizado trágicamente este refugio de
condenados entre mundos; este cascarón romántico en cuyo seno se suceden aún
ecos de vidas pasadas y las más de las veces inanes y atormentadas.
No es menos digno de mención el
Hermitage Castle (Roxburghshire, Escocia) y su legendario habitante
ultraterreno: el nigromante Lord de Soulis, que secuestraba y asesinaba a niños
para alimentar con su sangre al monstruo vampírico Robin Redcap. El ente que le
esclavizó –al más puro estilo fáustico, quizá a cambio de conocimiento- fue
también el culpable de que el lord diese con sus huesos en un caldero hirviente
tras un asalto de lugareños al castillo. Leyendas aparte, Walter Scott comentó
que no le extrañaba en absoluto que el recinto estuviese medio hundido en el
terreno, teniendo en cuenta el peso de la inenarrable maldad que sus cimientos
hubieron de soportar.
Byron no podía faltar en este tour
express por los landmarks británicos
del misterio, como tampoco el ancestral hogar de su estirpe en Newstead Abbey
(Nothinghamshire, Inglaterra). Sobre este lugar ancestral que fue morada de
agustinos antes de que los Byron lo reacondicionaran, pesaba una maldición que
garantizaba desgracias a quienes osasen alterar sus características originales;
desgracias como las que se cebaron con la familia del poeta durante años. Allí
no faltan, por supuesto, fantasmas como el de Sophia Hyett –hija de un librero y
enamorada no correspondida del mujeriego escritor- o el Monje Negro, cuyo espectro
aparecía cuando había de anunciar alguna clase de adversidad.
En Coggeshall Abbey (Essex,
Inglaterra) y alrededores, viejas historias como la de las procesiones flotantes
de ropajes blancos en las inmediaciones de Cradle House –versión anglosajona de
nuestra gallega Santa Compaña- conviven con las crónicas de los inquietantes
Poltergeist registrados en el 47 de Church Street. Coggeshall se encuentra en
la East Anglia profunda, tierra de brujas y mujeres míseras torturadas por
religiosos tan perversos como de Soulis –tan capaces de las peores
barbaridades- a cambio de una confesión acerca del demonio. Viejas y pesadas egrégoras
que aún tardarán algún tiempo en disiparse han de inspirar por allí a algún
viajero avezado, como Whitby a Sir Scott y a Stoker o la Rectoría de Borley al
investigador Harry Price.
Como tantas otras, la leyenda de Borley
Rectory (Essex, Inglaterra) trata de un monje que se enamora de una novicia del
cercano convento de Bures y de cómo su plan común de huida acaba en galeras y
emparedamiento respectivamente. Décadas de avistamientos del supuesto espectro
flotante de la monja hicieron que en 1927 el reverendo Eric Smith contactase
con Price, quien fue recibido con todo un elenco de manifestaciones
paranormales. Como parece que ocurrió en el caso de Smith, los fenómenos
continuaron tras la llegada del
siguiente rector, el reverendo Sir Lyonel Foyster, quien acabó por abandonar el
lugar junto a su familia. Tras reclutar voluntarios en The Times, Price volvió en 1937, fecha a partir de la que siguieron
sucediendo toda clase de sucesos tan inexplicables como la presencia del
extraño objeto flotante que se aprecia en la fotografía The Churchyard, Borley de Marsden.
Parece más que probable que
Dickens usase Haverholme Priory (Lincolnshire, Inglaterra) como modelo del
Chesney Wold de su novela Bleak House
(entre 1852 y 1853). Lord Halifax también se interesó por este lugar para
incluirlo en su Ghost Book (1936); de
algún modo, un célebre precedente de género del libro en el que se apoya este
artículo. Pasos en la noche, perros y caballos alterados, un zumbido procedente
del puente... lugares comunes de todos estos centros de belleza inquietante,
casi siempre encastrados en el Wilderness
bajo diversas pátinas de horror, desventura y antiquísimos cultos capaces de
sumir al hombre de a pie en la mayor de las extrañezas concebibles.
En Huntingdon Castle (Condado de
Carlow, Irlanda del Sur) Olivia y Lawrence Durdin-Robertson fundaron una Hermandad de Isis con el fin de
expiar toda culpa individual relacionable con la sexualidad y el disfrute de
los bienes materiales. Marsden comenta que entre los seis mil adeptos
mundiales a este culto pasaron
personalidades como la de Borges. A diferencia de los otros lugares aquí
reseñados, en Huntingdon los fantasmas son bienvenidos; un lugar en el que el tipo
de hostilidades sobrenaturales que tantos quebraderos de cabeza provocaron a
Price se troca en una admirable familiaridad con
los mortales pocas veces observable. Más allá de todo juicio que sobre la extraña
pareja de ancianos pueda verterse, en parajes como el Paseo de Yew –pasa de los
seiscientos años- parece que todo pueda ser posible; algo que quizá ayude a
comprender porqué Olivia, volviendo a casa una noche, encontró a un paisano
conversando gravemente con un pilar masónico en las inmediaciones del castillo.
Estos párrafos ofrecen únicamente
una pequeñísima muestra del patrimonio británico del que Marsden da cuenta en
su libro. Quedan en el tintero otros tantos personajes y escenarios ilustres
como la Casa Abbotsford que Walter Scott ordenara construir, la Casa Knebworth
de los Lytton (la familia de Edward Bulwer-Lytton) o el castillo en el que
vivió el tiránico Sir James Lowther sobre el que Thomas de Quincy escribió. El
gran logro de tan particular fotógrafo ha sido representar todos estos templos en el marco de una realidad más
profunda; una realidad de la que huimos, que en el mejor de los casos
respetamos prudentemente y que se desenvuelve, por si no lo sabíamos, en los
lugares más henchidos de Belleza y Verdad de la Tierra.
Kitty´s steps. Lydford Gorge, Devon
Whitby Abbey. Norh Yorkshire
Hermitage Castle. Roxburghshire, Scotland
Hermitage Castle. Roxburghshire, Scotland