21 oct 2011

Lugares "devueltos" a la Naturaleza


Además de habernos legado grandísimos clásicos como La Isla del Tesoro o La extraña historia del doctor Jekyll y Mr Hyde, Stevenson escribió un curioso elenco de ensayos breves entre los que se cuenta Sobre el disfrute de los lugares desagradables. En él, el literato escocés se refirió a lo que Nathaniel Hawthorne (americano afín al trascendentalismo y autor de La letra escarlata) solía decir sobre los caminos: sobre cómo éstos se presentaban “devueltos” a la naturaleza cuando aparecían cubiertos de “una capa decente de vegetación”.

En una tierra donde la lluvia es arte, como reza el Miña terra galega de Siniestro Total, no es difícil encontrar ese tipo de espacios reconquistados a la civilización en plena área metropolitana; pequeñas selvas urbanas que fagocitan lugares en los que transcurrieron vidas y que aparecen ahora imbuidos de una impresionante unidad armónica. De alguna manera, ruina y flora retornan juntas a una especie de intemporalidad atávica, de permanencia mutable, y cobra cierto sentido lo que Mary Shelley escribió en Valerio sobre los templos romanos: sólo en su estado ruinoso parecen haberse convertido finalmente en aquello para lo que fueron concebidos.

No importa que se trate de parcelas en las que sencillamente hubo viviendas, tal vez talleres o almacenes. El hecho de que no hayan sido lugares de culto no les priva necesariamente de una cierta dimensión de solemnidad, a la que por cierto regresan cuando la Naturaleza acoge en su seno a cada vestigio de industria humana; cuando reconoce a estos últimos como partes constituyentes de su todo orgánico, de un orden superior que se viste con los ropajes del caos y que es la esencia misma de la vida. Panteísmos aparte, estos jardines genuinos -modelados por la acción del tiempo y los elementos- son también un buen revulsivo estético contra la alienación intrínseca a la vida urbana. También avisan de la posibilidad de una civilización algo más cercana a la Naturaleza; de que el encuentro entre Cultura y Natura, bien que difícil, no es del todo imposible.